martes, 31 de mayo de 2022

Cuento.

 


George, el sirviente.

    Ésta es la historia de una bella princesa de un reino europeo. Se llamaba Sarah y tenía sólo 21 años.


    Sus padres la querían casar a la fuerza y querían verla bien casada con un hombre de provecho. Para ello organizaron una cena y un baile en su palacio. Pero antes, el rey Angus y la reina Delilah junto a Sarah entraron en el salón de recepciones. Iban a llegar cinco pretendientes para la joven.


     Sarah iba preciosa, llevaba un vestido de color verde fuerte, una corona medieval y un velo blanco. Era una princesa medieval. Los tres se sentaron en sus respectivos tronos.


     El anunciante pronunció los nombres de los cinco candidatos : 


     -- Dominick, rey de Sussex.

     -- Filipp, príncipe de Moscú.

     -- Nikola, rey de Hungría.

     -- Herkus, duque de Lituania.

     -- Fabrizio, conde de Saboya.


     Conforme eran anunciados estos hombres, éstos se presentaban ante los reyes, haciendo una reverencia y lanzando lisonjas a la joven. Sarah con su cara afligida apenas levantaba la cabeza para verles.


     " ¿ Te gusta alguno, hija? ", le preguntó el rey a Sarah. Ella agachó la cabeza y no le contestó. 

     " A ver si tú le sonsacas algo ", susurró Angus a su esposa algo irritado.

     " Vamos todos al gran salón para disfrutar de la cena ", ordenó el rey a los presentes. Estaban allí las personas más ricas y privilegiadas del reino.


     Dirigiéndose al gran salón, Delilah intentó sonsacarle a su hija el nombre del pretendiente que más le había gustado, pero ella no le dijo nada. Se mostró escurridiza ante su madre.

     Ya cenando, el rey Angus volvió a preguntarle por los pretendientes a Sarah. " Hija, dime con cuál de estos caballeros te ves casada. Los cinco son muy importantes para tu futuro y para el futuro de nuestro reino ".

  

     Sarah seguía sin soltar prenda. Se limitaba a comer.


     " Es verdad que Fabrizio y Filipp son muy mayores. Los otros tres no son muy agraciados. Pero el amor puede llegar con el tiempo, no es importante para el futuro ".


     Sarah suspiró, degustando un pollo. No quería hablar.


     El rey Angus se impacientó y empezó a presionarla para que le dijera el nombre del hombre elegido, a éste había que alentarle y prepararle para el casamiento. " Niña, no juegues con mi paciencia. Dime un nombre. Ya te dije que el amor no vale para nada ". El rey le quitó el pollo y mirándola desafiante, le ordenó : " Un nombre ya ".


    Sarah en un acto de rebeldía se sinceró gritándole al rey delante de todos: " Estoy enamorada de George ".


     " ¿ De George?, ¿ el sirviente ? ", gruñó el padre. George era el mayordomo del castillo. Se encontraba en el salón pendiente de las mesas como un camarero.


     " El mismo ", contestó Sarah a su enfadado padre liberada.


     Todos los presentes estaban silenciosos contemplando la escena. George rompió el silencio : " Yo también te amo, lady ", declaró dirigiéndose a Sarah. Ésta se levantó de la mesa y corrió a abrazar a George. " Nos queremos desde hace tres años", confesó ante sus padres y ante todos los presentes, que componían la alta alcurnia de la sociedad.


     Muchos de ellos se reían, otros se avergonzaban de la escena muy serios y otros directamente no sabían qué hacer.


     El rey Angus se levantó de la mesa y ordenó enfadado : " Se acabó la cena. Márchense ". Todos los invitados se fueron. Los pretendientes, tristes y enojados. 


     El rey Angus se dirigió a Sarah con una decisión muy clara sobre su futuro : " Desde el día de hoy sales de esta casa. Tu madre y yo te repudiamos. Olvídate de heredar el trono. Quedas desheredada de todos mis bienes ". Y tras pronunciar estas palabras, se marchó hacia su alcoba. La reina le siguió silenciosa, sin mirar a su hija.


     Sarah lejos de entristecerse, expresó a George con una sonrisa de oreja a oreja: " Al fin, libres ". Y los dos se marcharon del palacio alegremente. Eso sí, por la puerta de atrás y con la única bendición de todos los empleados de los reyes.


     Tras esto, el rey Angus y la reina Delilah se centraron en casar a la hermana de Sarah : Ava, quien acababa de cumplir dieciocho años. Paralelamente, George y Sarah vivieron ajenos al palacio en una cabaña con los padres de George.


     Transcurrido un tiempo, los reyes echaron de menos a su primogénita y quisieron verla. A escondidas, los reyes y la princesa Ava se citaban con Sarah. Ava acabó casada con el conde de Saboya. Le confesó a Sarah que no era feliz con él, pero que Fabrizio era un hombre muy bueno, y, que a lo mejor con el tiempo, le querría como ella amaba a George. Sarah le daba ánimos y esperanza. Quería mucho a su hermana y quería verla feliz. 


     Ella sí lo había conseguido. Sarah era muy feliz con su familia política. Se casó con George. Ambos, junto a los padres de éste, hicieron una cabaña de madera enorme. Igualmente crearon su propia familia. Tuvieron cuatro niños hermosos como cuatro soles.


     Y es que el amor no se puede forzar. El corazón te dice quién es la persona que ha de permanecer a tu lado para siempre. Debes seguir los dictados del mismo, rebelarte ante los impedimentos y obstáculos, ser tú mismo/a para así conseguir la felicidad plena.


     El amor no entiende de clases sociales ni de posiciones ni de dinero, surge del corazón, éste te lleva a la persona indicada. Cuando esa persona llega, tu interior te avisa, y ya, sólo tienes que escucharte y dejarte llevar por lo que el destino te ha preparado junto al ser amado.


     Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.






Cuento realizado por Eva María Vicente Belmonte.

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